Saturday 20 de December de 2014, 18:37:02
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El Gra de Fajol Petit desde el Gran este pasado 12 de diciembre, después de rematar la travesía entre ambos.

 

Vaya, otra vez una cifra para titular uno de mis escritos, algo que viene pasando últimamente en este blog… No sé muy bien si responde a mi incapacidad para buscar títulos convincentes, o es que es verdad que toca una cifra para describir lo que sigue… Lo dejo a vuestro criterio… El caso es que este otoño de 2014 se cumplen 30 años de mi estreno montañero, un estreno montañero que diría producido “de golpe” en aquellos meses de otoño de 1984, sin apenas prolegómenos; y además un estreno montañero que en buena medida se desarrolló en Ulldeter, naturalmente y como corresponde a una de las cunas del excursionismo de este país. Un Ulldeter al que, sin pretenderlo expresamente, he vuelto este noviembre y este diciembre para hacer mis últimas actividades… Casualidades de la vida, que me permiten ahora detenerme y reflexionar a posteriori sobre ellas…

 

Desde la cima occidental del Bastiments, este pasado 13 de noviembre.

 

Pues como os digo, un estreno montañero “abrupto”, por la sencilla razón de que antes de él mis actividades excursionistas se contaban con los dedos de una mano. Muy jovencito, siendo menor de edad todavía, con 16 o 17 años, habíamos montado con amigos del cole dos o tres excursiones por la zona del Montseny, siempre mucho más cargados de lo necesario y avanzando a ritmo de caracol, con pernoctas, y latas de cerveza y fabada incluidas… Dos Matagalls, el primero saliendo de Aiguafreda, atravesando el Pla de La Calma y durmiendo en Coll Formic, para hacer cima al día siguiente por la normal del Turó Gros; y el segundo saliendo de las cercanías de Coll Bordoriol y pernoctando con nuestras tiendas canadienses ultra pesadas y voluminosas en el Coll Pregó; el coll estaba nevado y fue una excursión memorable, por la nieve y porque llegué a subir hasta allí arriba mi radiocasete estéreo ITT para poder oír música por la noche, tela marinera… Y al menos una al Turó de l’Home desde el norte, desde los alrededores de Santa Fe, donde habíamos dormido con tienda... Creo recordar que fue en la misma salida del Matagalls desde Coll Formic, una salida larga que nos debió de consumir tres días fácilmente. Todo esto debió ocurrir hacia el 79 u 80…

 

Los Gra de Fajol desde el Bastiments este 13 de noviembre. Hacia el final incluyo una foto casi idéntica sacada hace 29 años.

 

Luego, en verano de 1983 se nos ocurrió a mí, a mi amigo Alberto (a quien todavía veo, pero ni era ni ha sido excursionista) y a Laura, entonces su pareja, intentar subir al Pedraforca por su vía normal de la tartera de Saldes, una excursión planteada sin ninguna mentalidad excursionista, ya que ninguno habíamos hecho una excursión de alta montaña jamás, y nos presentamos cargados como mulas a pernoctar por las buenas a la entrada de la canal de Saldes, tras una aproximación agotadora desde el mismo pueblo… Y al día siguiente, tardísimo y sin haber dormido apenas, sólo yo tuve los reflejos y el ímpetu de intentar tirar para arriba: acabé dándome la vuelta cuando la ruta llega al filo entre la cima del Pollegó Superior y el Cim del Calderer, asomándose sobre la pared norte… No sé exactamente por qué no culminé, pero sí recuerdo el calor que hacía y la sed que pasé… Y un año más tarde, concretamente el 22 de setiembre de 1984, en Cantabria, me di un paseo solitario de altura hasta el Pico Tresmares, en la Sierra de Hijar (o Híjar), al oeste del país y a la vista ya de los Picos de Europa… Fue realmente un paseo, porque me subió mi padre en coche hasta el párking-mirador de La Fuente del Chivo, a casi 2.000 metros, y desde ahí tardé apenas una hora en alcanzar los 2.175 metros de la cima. La verdad es que es un lugar único, rodeado de paisajes muy hermosos y con una simbología casi mágica, diría, ya que es el vértice exacto de las tres grandes vertientes de aguas de la Península Ibérica: a sus pies, hacia el norte nace el río Nansa, que desagua en el Cantábrico; hacia el sudoeste nace el Pisuerga, que acaba en el Duero y en el océano Atlántico; y hacia el sudeste nace el río Hijar, que se une al recién nacido Ebro cerca de Reinosa y acaba en el Mediterráneo… Esta conjunción única sólo existe en el Tresmares…

 

Aquel día de setiembre de 1984 en la cima del Tresmares, mirando hacia el noroeste. A la izquierda la cima plana de Peña Labra, y al fondo los Picos de Europa. En medio, Liébana, el paraíso.

 

Pero como he dicho antes, insisto en mi desembarco “abrupto” en la alta montaña hace 30 años, porque todo lo que os he explicado hasta ahora no eran más que paseos turísticos en el fondo… Faltaba algo que catalizara mi difuso interés por el excursionismo, y ese algo fue el grupo de colegas que se forjó en torno al gimnasio K-2 de Viladecans… Bueno, más que en torno al gimnasio, porque algunos de nosotros nunca fuimos ni hemos sido de gimnasios, en torno a Vicenç, la persona que lo llevaba y algo mayor y mucho más “rodado” que nosotros... Aparte de Jordi (luego Iosu), a quien conocía de antes, del cole, y que ya había participado en nuestras “montsenyenques”, allí contacté con los Xavis, con Chus, con Chicho o con Manel, de los que hace mucho que no sé nada, o con Juan Carlos, hoy día montañero profesional y con quien sigo en contacto y compartiendo montaña a veces. Vicenç fue capaz de centrar nuestra atención en la montaña “de verdad” y de organizar las primeras salidas.

 

En el refugio de Ulldeter en otoño de 1986, con la gente del K-2. A la izquierda estoy yo, con bufanda roja, y a mi lado Vicenç, con bigote y cazadora clara.

 

De la primera, “primerísima” diría yo, ya he hablado en este blog (http://gerardo.madteam.net/posts/2010-06/artificiero/), y no me voy a extender mucho. Fue un intento imposible del Monte Perdido por el Balcón de Pineta, durante el puente del Pilar de 1984. Me invitaron a participar, y tras pensármelo un par de días lo tuve clarísimo: era un plan soberbio, para mí casi un sueño aspirar a una ascensión a una montaña así… Aunque el planteamiento no era bueno de principio, ya que salimos del fondo del valle para intentar el Perdido en el día, y encima arrancando muy tarde y con nieve desde antes del Balcón... Pero sirvió para foguearnos en un gran recorrido de verdad, nuestro primer gran recorrido, y en cosas tan esenciales como confiar en nuestra resistencia, manejar piolet y crampones, o perderle el miedo a la nieve y a la noche…  Fue realmente un impacto iniciático, la revelación de un nuevo mundo.

 

 

Una de las pocas imágenes de aquella excursión, subiendo al Balcón de Pineta.

 

Un mes más tarde, a primeros de noviembre de 1984, Vicenç convoca a los “héroes” del Monte Perdido para una nueva excursión. No se trata de una paliza interminable como la de octubre, nos dice, sino de algo más pequeño y factible a un objetivo más modesto... que ya nos toca hacer una cima, añade. Por supuesto que queremos ir, iremos a donde sea... Y nos plantamos en Ulldeter, mi primera vez... El día 9 nos desplazamos hasta allá en un par de coches y a última hora de la tarde subimos al refugio de Ulldeter en lo que se tarda desde la carretera, menos de media hora, y ya de noche. Es emocionante volver a usar los frontales en el monte, como cuando bajábamos hace un mes del Balcón de Pineta... Esa va a ser mi primera noche en un refugio de montaña, la primera de muchas que seguirán, y no podía ser en otro lugar que en Ulldeter. No tengo recuerdos concretos de ella, pero imagino que llevábamos nuestra propia comida y solamente pagamos las pernoctas. Y también puedo rememorar difusamente el ambiente de jolgorio y camaradería que se respiraba, de sentirnos vivos de verdad, y el vinito, las cervecitas y alguna cosilla más... Yo tenía 21 añitos, menos incluso que mi hija actualmente, que acaba de cumplir 22... Al día siguiente, 10 de noviembre de 1984, supongo que no madrugamos excesivamente, seguro que no, y hacía una mañana estable y luminosa que mostraba un terreno casi completamente limpio de nieve en todas las cotas. No recuerdo que Vicenç nos concretara demasiado qué íbamos a hacer, pero el caso es que tras un ratito de remontada desde el refugio giramos a la izquierda para encarar la arista nordeste del Gra de Fajol Gran. Y en ella nos metimos, agrupados tras Vicenç y progresando sin ningún problema a pelo, evitando alguno de los pasos más comprometidos por la derecha. Según mis notas de entonces, “el avance es tan sencillo que termina en desbandada a lo largo de la arista”. Y en la cima nos hicimos una foto épica emulando a los “marines” de Iwo Jima…

 

A Vicenç le gustaba la foto en blanco y negro.

 

Antes de que acabara ese noviembre de 1984, Vicenç nos convocó de nuevo para repetir lo mismo, pero esta vez después de las primeras nevadas de la temporada; era hacia el día 20, pero curiosamente no lo tengo consignado. Tras pisar bastante nieve en el acceso al refugio, en el que dormimos, y también por encima de él camino de la arista, nos encontramos un terreno en general bastante pelado por el viento, pero con algo de nieve y hielo en las repisas, y no progresamos demasiado para arriba: éramos un gentío, no creo que menos de seis o siete personas, y según mis notas llevábamos una sola cuerda y muy poco material de seguro, con lo que Vicenç decidió sensatamente abortar la actividad.

 

 

Una imagen tomada en la arista, con saturación evidente ...

 

Y dedicamos parte de la mañana a merodear por la nieve fresca de la zona, a los pies de la arista y de la mole del Fajol Gran, y a hacer algunas prácticas de aseguramiento en ensemble con cuerda y piolets, y de autodetención. Y también nos lo pasamos mejor que bien...

 

 

Iosu y Xavi Cañabate.

 

Hay más fotos en blanco y negro de aquellos días, pero no consigo saber si son de la ascensión de primeros de noviembre del 84, o del intento abortado de finales de mes. Por la cantidad de nieve, pienso que sean de lo segundo, pero no estoy seguro.

 

 

 

 

Prácticamente un año más tarde, el 24 de noviembre de 1985, Vicenç, Jordi/Iosu y yo repetimos la arista, y pese a que había algo de nieve no recuerdo ni tengo reseñado ningún problema especial. Y de bajada nos marcamos un Bastiments por su lomo normal sur, mi primer Bastiments (y ha habido tantos después...). Es curioso, porque desde entonces no he vuelto a repetir jamás la arista nordeste del Gra de Fajol Gran. En marzo de 2001, con bastante innivación, la tanteamos Pep y yo, pero no nos lo vimos y acabamos subiendo por la derecha, por el flanco norte del pico. Supongo que tendría que repetirla, aunque sea totalmente en seco como la primera vez, ¿no os parece?

 

Llegando a mi primer Bastiments.

 

Iosu y yo en la cima.

 

Joder, joder, joder... ya han pasado 30 años de todo aquello. Se cumplían prácticamente clavados cuando he estado este pasado 13 de noviembre en Ulldeter, en una rutilla en solitario hasta el Bacivers y volviendo por el Bastiments, una de mis rutillas habituales por aquí,... Y he vuelto este 12 de diciembre para hacer la travesía de los Gra de Fajol con Mati, ésta una ruta no habitual que recorrí por primera vez hace un año con Pep, una ruta preciosa y con cierta atmósfera “alpina”. A menudo acabo en esta zona de Ulldeter casi por “agotamiento”, diría, en el sentido de no poder montar otro plan que me haga el peso sin superar mis posibilidades, o las que yo creo mis posibilidades, o no disponer de compañeros o tener méteos raras... Es un sector “refugio” cuando ya hace un mes o más que no vuelvo a la alta montaña, y me empieza a mordisquear el “mono” y no consigo concretar ninguna actividad más, o me veo obligado a realizarla en solitario. Es lo que hay, y por culpa de ello vengo mucho por aquí y a veces despotrico de ello. Vengo a veces incluso solo, porque es una zona cercana y “pequeña”, de dimensiones y magnitudes abarcables, y que conozco de memoria. Y despotrico porque cada vez vengo más, y eso sólo significa una cosa: que o no me salen o no me atrevo con otras actividades montañeras más enjundiosas… Vaya, que se me está agotando la imaginación, o el empuje, o todo a la vez…

 

Los Gra de Fajol desde el Bastiments aquel día de 1985.

 

Pero bueno, han pasado 30 años, y 30 años son 30 años, y representan 30 años de actividad más o menos regular que espero poder seguir manteniendo, si la cabeza y el cuerpo no me fallan en exceso. Aquí o allá, de mayor o menor exigencia y compromiso, pero actividad al fin y al cabo… La verdad es que seguramente cada vez me conformo con menos… y sigo reflexionando sobre si eso es bueno o no… Como todo, como una montaña, que siempre tiene como mínimo dos vertientes… 

 

Está claro lo de las vertientes, ¿no?....



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