¿Vacilas?
Sí, tal vez.
¿Crees que puedes permitírtelo?
Es lo único que ahora puedo permitirme,
porque es lo único que aún me pertenece,
la facultad de dudar en este filo blanco.
Ya no me queda más que esto.
¿Por qué no das la vuelta?
No quiero recular por senderos pretéritos.
¿Por qué no continúas?
Porque me atenaza el miedo.
¿Y qué piensas hacer?
No sé… Pero estos abismos a mi lado
se me antojan atajos hacia otras dimensiones…
¿Qué encontrarás en ellas?
A lo mejor la paz que el filo me arrebata,
una paz absoluta y sin conciencia.
¿Estás seguro de eso?
No, nadie está seguro de eso,
ni en realidad de nada.
¿Es eso lo que quieres?
No sé qué es lo que quiero,
pero sé que el filo me desgasta.
¿Debilidad, desidia?
¿Debilidad?… Sin ella no habría fortaleza…
¿Desidia?… Tal vez una pereza honda
ante el esfuerzo de mantenerme arriba,
de progresar por este filo blanco
sin caerme.
¿Cobardía?
Ah, la cobardía, qué palabra tan fácil
para esgrimirla como un arma
contra el que duda honestamente…
¿Te aburres?
A veces, y quizás por el miedo
que me impide progresar o tirarme...
Hastío de no hacer, no saber, no querer…
¿Entonces, todo es miedo?
Tal vez.
Y por eso me detengo y observo.
Y sí, entre tanto, vacilo.