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Tuesday 21 de June de 2016, 23:27:08
12-06-16: Excursión a la avioneta estrellada del Montseny
Tipo de Entrada: RELATO | 2 Comentarios | 5958 visitas

En compañía de Alba, mi amigo David y un compañero de este del club SEAT León, realizo la ruta circular señalizada al Empedrat de Morou desde Santa Fe del Montseny, pasando por la presa del embalse y con desvío a Can Font de Corts y la Mooney M20K, avioneta estrellada el año 2000, pilotada por un inglés septuagenario, fallecido en el accidente, que se conserva para sorpresa del caminante en buen estado en pleno bosque.

 

Poco antes de las diez de la mañana llego con Alba a un núcleo de población situado a los pies del Montseny, Sant Celoni. Los otros dos David van a tardar algo en llegar, así que aprovechamos y visitamos el centro de la villa y emprendemos, a pie, la aproximación a Santa Fe, distante 21km. Una vez dejada atrás la ciudad, pasados unos campos y una masía, llegamos al desvío a las pistas de atletismo y un instituto. Aquí nos detenemos al margen del asfalto y cual autoestopistas, esperamos junto a las mochilas, sin hacer dedo, a que pase el SEAT León de Droguero, rojo. A cada coche de este color, al fondo de la recta, vemos la posibilidad de que sea él, pero conforme se acercan, los vamos descartando por su silueta hasta que finalmente nos recogen.

 

El aparcamiento de Santa Fe está situado a unos 1200 metros de altitud, en el punto kilométrico 21 de la carretera BV-5114, al que llegamos después de innumerables curvas, adelantamientos a ciclistas y de haber gozado de grandes vistas panorámicas del llano antes de adentrarnos en el impresionante hayedo. Diríase, por la poca cantidad de luz, que aquí se vive en un atardecer eterno. Es un lugar mágico y bello de recorrer. El aparcamiento ya está lleno de coches en lo que viene a ser la zona periférica, así que creamos una fila central con nuestro coche. Equipados con una pequeña mochila, dejamos atrás la oficina de información del Parque Natural, en cuyo exterior se alzan grandes secuoyas, y nos acercamos al Hostal y restaurante, donde los dos David se toman un café mientras fuera tomo con Alba algunas fotos.

 

Para ir al pantano, se puede seguir la riera por su lado izquierdo, que se alcanza siguiendo una pasarela de madera que enlaza con un pequeño puente también de madera colocado sobre las cristalinas aguas, o bien es posible dirigirse directamente al embalse desde el exterior del hostal, apareciendo por su lado derecho para así atravesar la presa, opción por la que nos decantamos. El bosque es frondoso en lo que respecta a las copas de los árboles, que parecen competir por la luz del sol, pero en cambio a nivel de suelo hay poco matorral, lo que facilita adentrarse en él para, por ejemplo, construir cabañas con troncos como las que nos vamos encontrando, cual salidas de un manual de supervivencia que tanto me gustaban de pequeño.

 

Al llegar a la orilla nos sorprende que está a tope de agua, lo que sin duda resulta fotogénico y da pie a que desempolvemos la cámara. La última vez que estuve aquí el nivel del agua estaba bastante más abajo, se nota que estamos a finales de primavera y que este año sí ha llovido. En la presa disfrutamos de las vistas, incluida la abrupta cumbre de Les Agudes. Nos llama la atención la placa de una fallecida, imaginamos que ahogada al caer al pantano. Al otro lado, seguimos las marcas blancas y amarillas del PR-C 204 además de las marcas naranjas de la ruta circular al Empedrat de Morou, siguiendo una pista forestal que se abre paso entre el hayedo, salpicado de castaños.

 

Un desvío a mano derecha en descenso, señalizado con las marcas del sendero de pequeño recorrido, que se dirige a Riells, nos aleja de las marcas anaranjadas. A partir de aquí, vamos a tener que recorrer el camino dos veces: de ida y de vuelta. La pista forestal pierde altura gracias a un par de lazadas y en unos diez minutos, alcanzamos una masía, de nombre Can Font de Corts, que queda a mano izquierda al margen del camino. Unos 200 o 300 metros después, a mano izquierda, arriba en el bosque, a unos 30 metros, se divisa la avioneta. Hay que ir con cuidado de no pasarse de largo. Nosotros no hemos encontrado señalización alguna, ni siquiera un montoncito de piedras, aunque sí dos fragmentos de plástico del avión apoyados sobre una roca al margen del camino. Varios grupos, algunos con niños, nos facilitan sobre manera su localización. Hoy, cual Vicentes, vamos a donde va la gente.

 

Encontrarse la avioneta en tan buen estado en medio del bosque es algo único, impactante, ideal para curiosear con niños. Incluso creo que hay un tesoro de geocaching esperando a ser redescubierto. En internet puede encontrarse el informe de la investigación. Por lo visto, volaba de Murcia a Perpiñán de camino a su país, Inglaterra, pero el Montseny, en un día de niebla, se topó en su camino –bueno, más bien fue al revés–, a una altura de 950 metros, si bien hacía diez meses que debería haber pasado una revisión médica y, en la última, constaba que debía usar lentillas para pilotar.

 

Parte de su matrícula “G-GTPL” es bien visible en su fuselaje, de color blanco y azul, que diríase que transmite cierta paz y tranquilidad y resulta difícil imaginarse al señor muerto sobre el negro asiento, no manchado de sangre. David, que trabaja en la SEAT, examina parte de su mecánica, aún intacta. Los expoliadores no parecen llegar tan arriba; en Badalona el avión habría volado el mismo día. Desde diferentes perspectivas, nos fotografiamos junto a la aeronave: con el morro maltrecho, desde detrás con ambas alas…

 

Satisfechos, regresamos a la pista y comenzamos a deshacer lo andado desde el desvío, todo en subida. Alba nos saca algunos metros. Una vez lo alcanzamos, seguimos las marcas naranjas con destino al Empedrat de Morou. El bosque de encinas queda atrás y de nuevo estamos en el interior de un espectacular hayedo; nadie diría que estamos en pleno mediodía, ¡qué poca luz ambiental! En el empedrado, gozamos de buenas vistas sobre el punto culminante del Montseny, el Turó de l´Home, y del cordal que lo une a Les Agudes. Un desvío se dirige al Turó de Morou pero nosotros seguimos las marcas naranjas hasta llegar al punto de inicio, Santa Fe del Montseny, una vez pasado junto a la escuela de naturaleza Can Lleonart.

 

Son las dos del mediodía y, hambrientos, tomamos asiento en el restaurante del hostal. El menú de los festivos está a 21€ incluida bebida y postre. De hecho, es lo que ha animado a Alba a venirse hoy de excursión. Entre crema de melón con jamón, ensaladas, pollos y butifarra, así como flan de café y tarta de chocolate, intercambiamos sensaciones sobre lo vivido y sobre la belleza de la zona. ¡Hay que ver lo bonito y lo cerca que nos queda! ¡Y lo bien que uno se queda! Habrá que volver. “Sí, aún nos quedan platos por probar” añade Alba. ¡Oye, que me refería al Montseny!

 

P.D. Te invito a visitar mi canal de Youtube Feliz Éxito aquí:  www.youtube.com/felizexito


2 Comentarios
Enviado por Jorge el Wednesday 22 de June de 2016

“Eres un excelente cronista, David. Me encantan esos destellos de humor.”
Enviado por Marcel el Monday 27 de June de 2016

“Extraordinário siempre, David!!La persona ahogada, desgraciadamente fué una chica de Mataró que decidió quitarse la vida.Negras tinieblas asolaron sus pensamientos hasta que su mente se nubló.Decía el acta policial que decidió saltar con una mochila atada a la espalada. Muy, muy atada... llena de piedras.Se tiene que ser muy valiente para hacer algo así y a la vez tiene que darte mucho miedo vivir...Un abrazo David, espero coincidir nuevamente en alguna de tus trepidantes aventuras.”


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