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Thursday 25 de December de 2014, 20:24:08
Cincuenta y nueve minutos.
Tipo de Entrada: RELATO | 20397 visitas

Cincuenta y nueve minutos ha sido el tiempo que he necesitado para salir de un estado de embriaguez melancólica que me abrumaba durante varios días. Este estado, estaba provocado por las fechas en las que nos encontramos y las diferentes tesituras que esta pertrecha vida nos hace sentir.

La melancolía es un licor bien caro, no te has dado cuenta, ya te ha emborrachado.

A los quince, supe toda la verdad,  que yo nací para volar. Desde entonces he intentado sentir al máximo la vida y todo lo que la rodea, lo bueno y lo malo. Pues sin una cosa, no existiría la otra.

Y hasta el nacimiento de mi hijo, no había encontrado otra manera de sentirme vivo, de volar.

Pero dejé de volar, me hundí en el barro, y entre tanto barro me encontré, algo de calor sin tus abrazos ahora sé que nunca volveré.

Cincuenta y nueve minutos fueron los que empleé para escalar en solo integral tres vías del Pico de la Miel de coche a coche. Más de 500 metros de escalada repartidos entre las vías Piloto, Espolón Manolín y Ezequiel, con sus respectivos destrepes y subida y bajada hasta los pies de vía.

Muchos de vosotros no entenderéis que puede llevar a una persona a hacer esto, si es necesario exponerse absurdamente o cuáles son sus beneficios.

El arte, es una forma de expresión. El fotógrafo no solo plasma la realidad, sino su realidad. Intenta expresarse a través de la toma fotográfica, la distorsiona, la manipula, o en contadas ocasiones, en esas en donde ya se dice todo, la deja en bruto.

La escalada es igual, está en nuestra mano el poder de manipular y distorsionar las reglas establecidas. Y así, de esta manera, el escalador tiene la posibilidad de expresarse, de liberarse y de sentirse así mismo.

Tenía necesidad de expresarme, el lobo, tenía que salir de su guarida.

A pesar de la inseguridad en la que me encuentro ahora mismo, en muchos campos de mi vida, me he sentido muy bien. Saboreando y disfrutando de la escalada, sin titubeos, mirando a mí alrededor y sintiéndome vivo. Libre.

El fuego interior arde de nuevo, el fuego son tus ojos dentro de mí. Cuando te veo, sé que entiendo todo de ti. Dejas tu huella en mi corazón, Yo te siento así.

Como ya habrá podido comprobar el lector, los diferentes estados melancólicos que he vivido a lo largo de mi vida los he ido refugiando e identificando con situaciones y lugares. Y como no, con canciones.

Puedo escribir y no disimular, es la ventaja de irse haciendo viejo. No tengo nada para impresionar, ni por fuera ni por dentro. 

 

 




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