Rutas, Ascensiones y Condiciones de la montaña
En enero de 1976 Miguel Ángel García Gallego ?el murciano? abrió, con la ayuda de su hermano, una atrevida vía que surca el Pisón aprovechando un sistema de diedros en la parte inferior y por panzas y desplomes en la parte superior. Para abrir la vía Alberto Rabadá (en homenaje al escalador aragonés muerto en la Eiger Nordwand en agosto de 1963 junto con Ernesto Navarro) los aperturistas invirtieron 10 días de preparación previa y un vivac en la ascensión definitiva y graduaron la vía con largos de VI- y VI para los largos inferiores y Ag (artificial equipado) en los largos superiores.
En el 30 aniversario de esta gesta, repetimos la vía invirtiendo casi el mismo tiempo (no hubo vivac, pero casi terminamos con lo que se está convirtiendo en un clásico para mí: el descenso nocturno del Pisón) y mismo estilo: acerando todos los largos superiores, aunque por lo menos, no sacamos los estribos. Ya se sabe que la ética de la escalada en libre es como una erección; se viene abajo en cuanto pierdes la confianza en ti mismo. La vía te va tostando los antebrazos poco a poco, pero en A0 se puede sacar más o menos bien. En el penúltimo largo, justo donde mejores presas hay, volé vergonzosamente (?¡¡Pilla, pilla, que voy, pilla que voyyyyyyyyy!!?) pero gracias al patio a mis pies, las caídas son limpias.
Esta vía, para ser Riglos, está generosamente equipada (excepto el primer largo) y alterna equipamiento moderno con clásico; es una línea muy evidente, sin posibilidades de embarque. Conviene reservar fuerzas para los largos superiores, ya que se aquí donde se concentran las mayores dificultades (panza de 6c en el antepenúltimo largo y panza de 6b+ en el último) y aunque el 90% de los pasos se hacen sobre presas buenas, los antebrazos no perdonan.
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