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Monday 31 de October de 2011, 13:44:15
30-10-11 : Mi primera visita a la Serra del Cadí
Tipo de Entrada: RELATO | 4352 visitas

Realización de una ruta circular que incluye el ascenso al Pic de Costa Cabirolera por la Canal del Cristall en compañía de Jordi, Cris, Javier (Pratenc), Félix (Narhinan), Begoña, Arnau, Jordi y Roger. Concretamente el itinerario es este: Estana – Coll de Pallers – Collet Roig – Prat de Cadí – Canal del Cristall – Coll de la Canal del Cristall – Puig de la Canal del Cristall (2586m) – Coll de la Canal del Cristall – Salt del Sastre (2593m) – Pic de la Costa Cabirolera o Roca Punxenta (2604m) – Pas del Cabirol – Pic del Cabirol (2443m) – Pas de la Roca Plana – Coll de l´Estenedor – Prat de Cadí – Collet Roig – Coll de Pallers – Estana. En total, unas nueve horas de marcha a buen ritmo en las que lo hemos pasado muy bien y hemos disfrutado de unos espléndidos paisajes de alta montaña.

 

 

Son las cinco del nuevo horario cuando Javier y yo partimos de Barcelona con las bajas a última hora de Julio y Manuel, quienes deberán esperar un poco más para entrar en contacto por primera vez con la Serra del Cadí. Yo tampoco he estado nunca, y puedo estar contento porque Jordi, según me ha dicho, ha preparado una ruta que, si bien no pasa por el punto culminante del macizo, es muy chula, cosa que prefiero. Tras dos horas y dieciocho euros de peaje, nos plantamos con gran puntualidad –quedan dos minutos para las siete– en Estana, un pueblo perteneciente al municipio de “Montellà i Martinet” que cuenta con unos veinte habitantes censados. Jordi y Cris han pasado la noche en la furgoneta, en el mismo aparcamiento, y en cuanto nos bajamos a saludarles llegan Félix y compañía. Esta vez, aparte de haber venido con su hijo Arnau además de con Begoña, viene otro adolescente, Roger, acompañado de su padre, Jordi.

 

Una vez saludados y equipados, hacia las siete y cuarto, abandonamos el pequeño pueblo pasando junto a sus dos iconos más representativos: el restaurante, Cal Basté, y la iglesia de Sant Climent d´Estana. El primero de ellos cuenta con la posibilidad de dormir en su “refugio – pajar” por el módico precio de dos euros la noche. Se trata de un pajar con sesenta colchones en el que es necesario traerse el saco de dormir y las mantas, y puede ser una buena opción para el que quiera estarse en la zona unos días haciendo diversos corredores, pues está situado a una hora de la base de las paredes de la vertiente norte del Cadí. Las citadas paredes están plagadas de estrechas canales que esperan a los que piolet en mano se adentran en ellas cuando la nieve y el hielo las cubre y hace desaparecer, por tanto, tramos rocosos de difícil superación, como es el caso de la Canal de l´Ordiguer, que según me cuenta Jordi, carente de nieve cuenta con pasos de cuarto grado mientras que cuando está nevada estos quedan sepultados y el avance es menos dificultoso.

 

Nosotros nos dirigimos a la famosa Canal del Cristall, que al ser el corredor más sencillo (AD-, 400m, 55ºmáx) suele ser el utilizado para descender. El primer lugar que encontramos de camino, a unos diez minutos del pueblo, es Coll de Pallers, un lugar en el que también se puede dejar estacionado el coche pues además de contar con merendero, fuente y barbacoa, alberga un aparcamiento de tierra. Hasta aquí el terreno es en suave  descenso, lo que propicia que a la vuelta, tras casi nueve horas de marcha, puedas arrepentirte de no haber estacionado aquí el coche, pues el trayecto hasta el pueblo, además de ser evitable, es en ligero ascenso. De todas formas, yo prefiero salir desde el pueblo para así haber ascendido al Costa Cabirolera desde Estana. Además, es paisaje es muy bonito, en especial por ser la primera vez que lo veo, y no tiene nada que ver observarlo mientras se camina que a través de la ventanilla de un automóvil.

 

Poco después de dejar atrás el Coll de Pallers, la pista y el terreno llano pasan a ser historia y ante el excursionista de abre un bosque muy bonito de oscuros y verdes ejemplares de abetos y pinos negros adornado por la presencia de musgo y con un colorido suelo rojo. Tal coloración, sin duda, ha de ser el origen del topónimo Collet Roig (1770m), al que llegamos tras bastante rato de subida. En él hay una especie de hito de cemento en el que me poso con un pie en precario equilibrio mientras algunos de mis compañeros me fotografían. Desde aquí, a través de un camino agradable y de no mucha pendiente, llegamos al cabo de un rato –una hora en total desde el pueblo– a Prat de Cadí, un claro en el bosque cubierto de hierba amarillenta que, según me dice Jordi, en verano está completamente verde y aún más bello. Delante nuestro, a un tiro de piedra, tenemos las moles de las paredes de roca blanca que caen desde las mismísimas cumbres del Cadí hasta los pies de la sierra. Enfrente tenemos la Canal del Cristall y la Canal de l´Ordiguer. Junto a ella, la Canal Amagada… esta última hace honor a su nombre, y hasta dentro de un rato resta oculta, aunque se intuye su existencia. Va a parar a otra canal, la de Sabat, que según he leído es bastante estética. Tengo unas ganas enormes de subir y de descubrir qué me aguarda ahí arriba. ¡Sigamos adelante!

 

El acceso a la Canal del Cristall se hace bastante cuesta arriba, pero es tan solo el preámbulo de lo que nos espera: una canal con una pendiente de hasta 55º. Antes de acometerla hacemos una primera parada para desayunar. Algunos, como Arnau y Roger, irán sacando un bocadillo tras otro durante la jornada. Yo, de momento, me he ido comiendo unas galletas de chocolate por el camino y ahora aprovecho para no perder el calor, pues parado comienzas a coger frío y si te sientas, el culo se te congela de estar en contacto con la roca. Una vez alimentados mis compañeros seguimos adelante. En primera posición avanzamos Jordi y yo. Abajo tenemos Prat de Cadí, y más allá, distante a una hora, Estana. Arriba, en cambio, nos aguarda la Canal del Cristall, en la que no hay ninguna dificultad destacable, pero nos hemos puesto los cascos para protegernos ante posibles caídas de piedras. Las marcas blancas y amarillas del PR-C121, que llevamos siguiendo desde el pueblo, indican el mejor lugar por el que abrirse paso. Hay que andarse con ojo pues algunas rocas están húmedas y son propensas a los resbalones. La tierra también está húmeda, lo que según Jordi, propicia un avance más cómodo respecto a ocasiones anteriores en las que ha estado aquí. Igualmente, si no reparas bien, acabas dando medio paso hacia atrás en cada uno que das adelante.

 

Una vez superada una primera parte más encajonada y con grandes rocas, la canal se abre y aparece una gran “tartera” (pedregal). Es el punto en el que más hacia abajo te vas a cada paso, pues la pendiente es considerable y el lecho es inestable. Como le cojo una gran ventaja al resto, me voy a explorar una cueva que me ha dicho Jordi que hay en un resalte. En ella nace una fuente, pero no llego a encontrarla. Pronto vienen Javier, Jordi y Félix, y nos tomamos unas fotos. El acceso es algo aéreo y el resto no vienen. Lo más entretenido es grabar un vídeo desde el interior y entonces salir al mundo exterior y grabar la luz, el cielo, el pedregal, los prados, los bosques, y al fondo, el pueblo, la Tossa Plana de Lles (2916m), el Setut (2860m), la Muga (2860m) y las tierras andorranas. También es divertido hacer fotos de nuestras siluetas en la entrada, tomadas desde la cueva y con el azul del cielo como telón de fondo. Una vez retratados, regresamos a la canal y en menos de cinco minutos nos plantamos en el collado, llamado Coll de la Canal del Cristall. En él el paisaje cambia completamente pues, a diferencia de las paredes de la cara norte, hacia el sur se abren laderas cubiertas de hierba que bajan hacia un conocido, el Pedraforca, que hoy está envuelto por una cortina nubosa que amaga sus encantos.

 

El itinerario previsto sigue a mano izquierda, pero Jordi sabe que no se me puede dejar a cinco minutos de una cima. Tras hacer la valoración pertinente, decide que tiremos todos hacia el Puig de la Canal del Cristall (2586m). Lo hacemos directamente a través de los prados, y el primero en llegar soy yo. Pronto llega Jordi y mientras el resto accede a la cumbre, nos dirigimos a una punta desde la que vemos la salida de la Canal de l´Ordiguer. De hecho compruebo que tiene dos. La siguiente cumbre, ya más distante y estéticamente imponente, es el Vulturó o Puig de la Canal Baridana (2647m), la montaña más alta de la Serra del Cadí. Hoy no toca ir hacia allá, sino que tomaremos la misma dirección pero en sentido opuesto. Eso sí, le comento a Jordi que la próxima vez que vengamos, quizá el año que viene, podemos ir a por ella. Me dice que el pueblo de partida es Querforadat, no muy distante de Estana, y que se puede acceder a ella superando las paredes de la cara norte a través de la Canal Beridana, y cerrar la circular regresando por la Canal del Cristall. Pero hoy no estamos en eso, sino que toca regresar de nuevo al collado y acometer la subida al Pic de la Costa Cabirolera (2604m), un techo provincial, el de Barcelona. No lo abordamos por el GR-150.1, sino que tiramos por los prados, al borde de los barrancos de la cara norte, para coronar otro pico intermedio, el Salt del Sastre (2593m), que es bastante desconocido. Si hemos de hacer caso a su nomenclatura, aquí alguien relacionado con el sector textil decidió algún día que ya había vivido suficiente. Nosotros, de momento, no nos conformamos.

 

Tras esta cumbre, descendemos por el borde de los prados hacia un collado en el que muere un corredor, e iniciamos el ascenso a la montaña más alta de la provincia de Barcelona. Como todo son prados y no hay ni árboles ni arbustos, puede acometerse la subida por donde más te plazca y la pendiente la puedes adaptar a tu gusto, haciendo más o menos zigzags en función de lo que se prefiera: caminar menos pero con una mayor pendiente, o recorrer más metros y con una menor pendiente. Una cruz y un buzón metálico carente de libreta resisten los vientos, las nieves y el sol a estas alturas. Jordi me comenta que hay una cresta con pasos de segundo y tercer grado que llega hasta aquí, así que mientras ellos descansan en la cima, yo comienzo a descenderla para explorarla. Llegado un punto con vistas hacia más abajo, compruebo que no es nada provocativa y que es corta, además de que su roca es mala, así que la dejo estar y regreso junto a mis compañeros. Entonces tomo un fragmento de mi hoja de anotaciones y dibujo al grupo junto al vértice geodésico y la cruz y coloco el trozo de papel en el buzón, donde compartirá días y noches con un bolígrafo, una bola de papel de aluminio y una pegatina del Club Alpino Tajahierro, de Santander, cuyos miembros quizá sean coleccionistas de techos provinciales.

 

Haciendo el cabra nos plantamos en el Pas del Cabirol, de camino al cual hemos vistos un grupo de rebecos. Una fuerte bajada por “tartera” (pedregal) nos lleva a unos prados situados a menor altitud, por los cuales se puede acceder al poco conocido Pas de la Roca Plana y al más transitado Pas dels Gosolans. Nosotros, por descontado, nos vamos al primero, pero no por la senda, sino por el cordal, que es el lugar donde los prados mueren y dan lugar a las paredes verticales de la cara norte. Queremos subir a un pico también poco frecuentado, el Pic del Cabirol (2443m). Como hay dos picos y no se ve bien cuál de los dos es más alto, subo al primero y le informo al resto, que aguarda abajo, que el alto es el otro. Así que nos vamos todos para el otro, que debe de ser la cima auténtica. No hay ni hito, ni cruz ni nada, pero el mapa indica que estamos en la cumbre. En el software del GPS de Jordi no aparece tal cumbre. Haciendo el cabra de nuevo, nos dirigimos por los prados hacia el evidente collado que lleva por nombre Pas de la Roca Plana. Desde él hay que ir siguiendo unos hitos de piedra a veces nada evidentes hasta llegar al sí transitado Coll de l´Estenedor, lugar de paso para quien se dirige al refugio guardado Prat d´Aguiló. Pero no es un terreno nada fácil y resulta perdedor, e incluso unas rocas húmedas muy resbaladizas que hay que destrepar nos lo ponen difícil. ¡Menuda gracia haría caerse ahora con el casco en la mochila! No es para nada dificultoso, pero parece una pista de patinaje.

 

En el Coll de l´Estenedor algunos vuelven a sacar otro bocadillo –ya van tres o cuatro–. Por lo visto, las panaderías han tenido que cerrar hoy en las zonas de Manresa y Castellar del Vallès por agotamiento de existencias. Un perro que nos lleva acompañando durante toda la excursión, ya casi siete horas, echa a correr hacia unos abrevaderos tras haberse comido unas galletas que le he dado. Es de color negro, grande, delgado y tiene pelo blanco en el pecho. A saber cuántas veces ha ascendido al Costa Cabirolera; raro sería que seamos los primeros con los que se viene de excursión desde el pueblo. El camino que va hacia Prat de Cadí se llama Camí dels Collets, y como suele ser habitual, hace honor a su nombre. Va pasando por diferentes colladitos, y eso implica multitud de bajadas y subidas para unas piernas y un cuerpo que no están tan frescos como a las siete de la mañana, antes de acometer tantas cimas y tantos terrenos pedregosos. Le reto a Javier a que me deje atrás, pero no puede. Echa medio a correr y lo sigo. Diríase que estamos en un final de etapa en alto en el Tour de Francia, y cada vez que ataca, le respondo y le sigo su estela sin que logre desprenderse de mí. Sí, después de tantas horas, uno ya empieza a estar aburrido, máxime si ya se está regresando y nada interesante se espera hasta llegar a los coches.

 

En Prat de Cadí Arnau y Roger vuelven a sacar otro bocadillo, y Félix llama a Cal Basté para encargar mesa para ambos, para él, para Begoña y para Jordi. ¡Menudas horas de comer! Ahora mismo son las tres. De camino al pueblo, a una hora de distancia, ellos se adelantan, supongo que impulsados por sus estómagos y por sus ensoñaciones gastronómicas. Yo he puesto el modo automático desde hace rato, exactamente desde Coll de l´Estenedor, así que no sufro mucho por el regreso y me dejo llevar por la inercia mientras pienso en otras cosas. Javier va conversando con Jordi y con Cris sobre Les Agudes por los Castellets, entre otros asuntos. Al llegar a Coll de Pallers, Jordi comenta aquello de que ahora iría bien tener el coche aquí. De todas formas, el pueblo no tarda en llegar –vale, los que no tardamos en llegar somos nosotros– y en la fuente nos encontramos con nuestros cinco compañeros, que se están poniendo decentes para ir al restaurante. Nosotros dejamos el equipo en el coche y nos cambiamos las botas por las bambas y nos dirigimos a Cal Basté, donde esperamos a que lleguen los otros cinco. Ellos se quedan en el interior, donde hace un calor terrorífico y hay mucha gente, mientras que nosotros cuatro nos tomamos unas Coca Colas y unas patatas fritas en la terraza, en la que se está más fresco. Una única mesa con cuatro sillas y un sofá de tres plazas que alberga a un gato atigrado y manso es todo lo que hay. Enfrente, a varios kilómetros, tenemos las paredes de la cara norte del Cadí, con la Canal del Cristall y la de l´Ordiguer fácilmente reconocibles. También lo es el Costa Cabirolera, de forma estética y puntiaguda. ¡Y pensar, Coca Cola en mano, que hace nada estábamos ahí arriba!

 

P.D. Te invito a visitar mi canal de Youtube Feliz Éxito aquí:  www.youtube.com/felizexito




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