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Monday 16 de February de 2015, 19:00:31
15-02-15: Media Maratón de Barcelona
Tipo de Entrada: RELATO | 2007 visitas

Tras un par de años sin correr, me presento en la Media Maratón de Barcelona una fría mañana de invierno por aquello de hacer algo diferente y divertido. Mi objetivo, lejos de una vertiente competitiva con terceros, es alcanzar la meta en el tiempo máximo establecido –2h45min– y colgarme la medalla de finisher y, si puede ser, batir a la última liebre, que completa los 21,097 kilómetros de recorrido en un tiempo de dos horas. ¡A correr se ha dicho!

 

Bien temprano parto de casa con mi madre y gracias al Metro, desde Badalona alcanzamos Arco de Triunfo en poco menos de media hora. Junto al Parque de la Ciudadela, me calzo las bambas de running del Decathlon –Kalenji, cual Quechua en los estantes de montañismo–, les adhiero el chip blanco de alquiler y, para mal de mi vertiente friolera, me desvisto de la chaqueta y el chándal. Así, en pantalón corto y provisto de la flamante camiseta de color amarillo fluorescente que se obtiene junto al dorsal –la inscripción son veintiocho euros con chip blanco–, me dirijo al cajón de salida que me corresponde. Lo curioso es que al cumplimentar el formulario no se precisa acreditar ninguna marca; de otro modo saldría en el quinto y último cajón, el de más de 1h55min, pues se trata de mi primera media maratón y no puedo acreditar tiempo alguno. Como mi intención es salir entre las primeras posiciones del cuarto cajón (1h40min – 1h55min) con el fin evitar las retenciones y minimizar el riesgo de irme al suelo con algún empujón, mi estratagema ha consistido en inscribirme en el tercer cajón (1h30min – 1h40min) y situarme justo al final del mismo. Se trata sin duda de mi primer acierto de cara a salir airoso en este reto :-)

 

Si bien el número de inscritos supera los quince mil, vamos a tomar la salida 12.662 participantes, de los cuales 12.511 seremos finishers, es decir, llegaremos a meta en el tiempo máximo establecido, que es de 2h45min. Caminando a buen ritmo –6km/h– serían poco más de tres horas y media, por lo que es preciso correr gran parte del itinerario si lo que se busca es colgarse la ansiada medalla al cuello. Quienes primero toman la salida, a las 8:45, son los atletas en silla de ruedas. Acto seguido llega el turno de los corredores situados en los cajones que me preceden: el de un crono inferior a 1h20min y el de 1h20min-1h30min. En el primero de estos se encuentra la atleta keniana Florence Jebet Kiplagat, que hoy va a lograr establecer un nuevo récord mundial en media maratón en categoría femenina, 1:05:09, batiendo así en tres segundos la actual marca, lograda por ella en esta misma carrera el año pasado. Además de tener un recorrido prácticamente llano, tiene a su disposición varias liebres que la ayudarán a conseguir su cometido, incluido el campeón catalán de media maratón.

 

A continuación tiene lugar nuestra salida: la del cajón 1h30min-1h40min, cuyos corredores nos caracterizamos por llevar un dorsal de color azul. Como he comentado, me sitúo justo al final, consciente de que el ritmo de estos atletas no es el mío. ¿Es esto malo? A mi modo de ver, no. El consejo que se repite en blogs y foros para estos primeros metros de la Media Maratón de Barcelona es el de extremar las precauciones, sobre todo en la primera curva, en la que se suele formar un embudo. Yo, en cambio, realizo mis primeros hectómetros prácticamente solo, junto a otros corredores que tampoco sé qué pintan en este cajón, a no ser que hayan pensado lo mismo que yo o simplemente no hayan podido prepararse la prueba todo lo bien que hubieran deseado. En cualquier caso, el bordeo a parte del Parque de la Ciudadela y el trayecto a través del Paseo de Isabel II hasta la estatua de Colón, situada en uno de los extremos de Las Ramblas, es plácido y carente de aglomeración alguna. Aprovecho para encontrar el ritmo en el que me encuentro cómodo. Sé que si quiero marcar un crono de dos horas, debo realizar cada kilómetro en exactamente cinco minutos y medio. Y lo que me llama la atención, y además me frustra, es que al llegar al kilómetro una de la prueba, mi cronómetro calca el tiempo: exactamente 5:30. ¡Con lo cansado que me siento y no le he ganado ni un segundo al crono! En este momento comienzo a dudar que mi objetivo sea viable. En 20,097km más lo sabré.

 

Pasado el monumento de Colón, la marabunta de corredores toma la Avenida Paralelo, un falso llano en el que se recomienda bajar el ritmo. Es aquí donde los corredores del cuarto cajón, provistos de un dorsal de color verde, comienzan a atraparme. Su intención es conseguir la marca 1h40min – 1h55min, por lo que mi lugar natural en el pelotón, a estas alturas de la carrera, no queda aún definido. Eufemismos aparte, me adelantan por todos los lados, así que me ciño a la derecha de la calzada cual ciclomotor en una vía interurbana. Cuatro atletas de la organización, conocidos como liebres, me adelantan portando un banderín con el tiempo 1h40min, seguidos de un numeroso séquito formado por quienes ansían igualar o batir ese tiempo. Ciao bambinos. Ya tan solo queda por detrás las liebres de 1h45min y las de las 2h. Las primeras estimo que me pasarán en unos pocos kilómetros; a las últimas, en cambio, espero no verlas, o significará la no materialización de mi reto de bajar de las dos horas. En cualquier caso, sin inmutarme por ser sobrepasado por corredores mejor preparados que yo pero que están en otra lucha, afronto también otro falso llano, el de la calle Pallars. Un numeroso grupo de animación, provisto de instrumentos de percusión, provee de energía extra a los corredores. Los hay distribuidos por todo el recorrido. ¡Mil gracias a todos esos músicos, cantantes y demás!

 

De todos es sabido, al menos para los participantes interesados en estar bien informados, que durante los cinco primeros kilómetros de la Media Maratón de Barcelona se va a perder tiempo, y es bueno que así suceda para no pagarlos en los 16,097km restantes. Que si las retenciones, el calentamiento, los falsos llanos. Pues bien, pasado Entença, en plena Gran Vía, una avenida ancha y completamente recta y llana en la que uno ya puede mantener su ritmo de carrera previsto, los chips se ponen a pitar como locos bajo la pancarta de los cinco kilómetros, justo antes del primer avituallamiento. En concreto, los registros parciales del tiempo empleado hasta el momento tienen lugar bajo las pancartas de los kilómetros 5, 10, 15 y 20, estando los tres avituallamientos de agua y Powerade sabor tropical –el azul– situados tras las tres primeras. A lo que iba: mi registro, lejos de ser negativo, me da cuarenta y cuatro segundos de ventaja. Si bien preciso emplear 28:20 cada cinco kilómetros, he empleado exactamente 27:36. En concreto, como comenté antes, en el primer kilómetro clavé el tiempo pero en los posteriores, he ganado unos diez segundos en cada uno. Por otro lado, ya no me noto cansado como al concluir el primero y ahora sí me veo capaz de bajar de las dos horas si nada me lo impide. Veremos qué sucede.

 

Conforme pasan los kilómetros, mi margen se va ampliando poco a poco. En mi mano llevo una chuleta con el tiempo necesario en cada kilómetro y mentalmente calculo margen que he ganado mediante una sencilla resta:  5:40, 11:20, 17, 22:40, 28:20, 34, 39.40, 45:20, 51, 56:40, 1:02:20, 1:08, 1:13:40, 1:19:20, 1:25, 1:30:40, 1:36:20, 1:42, 1:47:40, 1:53:20 y 1:59. El minuto restante es para los últimos noventa y siete metros de la prueba. Algunos niños te ofrecen su mano para que le choques la tuya. A uno de ellos le saco una sonrisa y su madre, a cambio, me anima por mi nombre –es lo que tiene que conste en el dorsal–. Lo tomo como un intercambio de mutuo beneficio, una simbiosis que si se extendiera a todos los ámbitos de la sociedad conduciría, en algún momento, a no tener que avergonzarse, en ciertos aspectos, de pertenecer al género humano. Esto sucede en plena Gran Vía. La sigue el Paseo de San Juan, con su bendita bajada hacia el mar. Es el momento, según los entendidos, de arañarle algunos segundos al crono. El Arco del Triunfo está a la vista. Daviddd– escucho–. Son mis padres. Voy bien –les grito a lo lejos. Esperemos que dure. Lo único que me da miedo, pasados ya siete kilómetros y con un minuto ganado respecto al tiempo previsto, es o bien una lesión o, parafraseando a Perico Delgado, la aparición del “tío del mazo”, esto es, una pájara fulminante. Una gasolinera situada en la calle Pallars me hace pensar que mi rendimiento debe ser como el precio de la gasolina, a saber: tras subir de forma fulminante por la emoción del momento, debe bajar muy poquito a poco, de manera casi imperceptible.

 

Con este y otros pensamientos varios alcanzo en el barrio de Pueblo Nuevo la pancarta de los diez kilómetros. Mi tiempo, 54:45, es un minuto y cincuenta y cinco segundos inferior al esperado, 56:40, como mi mano me recuerda. Voy bien pero miedo me da el siguiente tramo, que me trae malos recuerdos por mis dos experiencias en la Maratón de Barcelona. Por un lado, está de nuevo la Gran Vía, pero esta vez carente de toda belleza en el extrarradio de la ciudad. Y a continuación, de bajada hacia el mar, la Rambla Prim, donde en la citada prueba me envalentoné demasiado con veinticinco kilómetros en el cuerpo y lo acabé pagando más adelante. Dados los antecedentes, mi mente racional trata de mantener a raya al cuerpo con un tercer invitado de por medio, el subconsciente. Es tentador aprovechar el terreno favorable para aumentar el ritmo, máxime si no se nota ningún síntoma de queja por parte de las rodillas y los pies. Mi ventaja sobre el tiempo calculado ya supera los dos minutos y es tentador intentar ganar otros dos minutos y algo e ir a por la amrca 1h55min. Intento contenerme pero el lado racional falla. ¿Qué sentido tiene seguir corriendo sin apenas cansarme, monótonamente, con un objetivo que no representa ahora mismo un reto por su más que probable consecución? Al estar mente racional y cuerpo y, seguramente, el subconsciente e incluso mi vertiente emocional aunando esfuerzos, no tengo nada que hacer: mi nuevo e improvisado objetivo es batir el crono 1h55min. Harto difícil en principio pues, mi tiempo de reacción, se ve limitado a menos de la mitad de la prueba. ¡Habrá que intentarlo al menos!

 

La Rambla Prim conduce a la Avenida Diagonal, que ha de recorrerse en ambos sentidos, un kilómetro y medio de ida y otro de vuelta a través de una recta aparentemente eterna. De frente, los corredores que vienen, mayoritariamente portadores de un dorsal azul como el mío –en mi zona son verdes– parecen tener una mejor preparación física. Aquí, en cambio, sí me siento a gusto en el pelotón. Lo que sí es cierto es que los kilómetros van pasando y ya estoy empezando a dejar de sentirme ambas rodillas, quizá se estén inflamando. Malos recuerdos me traen ambas maratones pues justo aquí, es donde tuve que dejar de correr y seguir caminando a causa de un dolor en la rodilla. Incluso Julio, que me acompañó en mi primera Maratón, se retiró en este punto. En la hermana mayor de esta prueba, la Diagonal incluso se recorre durante más tramo, hasta cerca de la Plaza de las Glorias, que conforman los kilómetros 26 – 31 de la prueba, justo antes de la aparición del famoso muro al llevar ya muchos kilómetros en las piernas pero quedar también bastante para la meta, ambas cosas descorazonadoras. Aquí, en cambio, los piiiiiiiiiiii de los chips en el retorno de la Diagonal marcan el kilómetro 15, provisto del último avituallamiento. Mi tiempo,1:22:14, está dos minutos y cuarenta y seis segundos por debajo del 1:25 que debería marcar para lograr terminar en dos horas. Así, para bajar de 1:55 necesito recuperar dos minutos y catorce segundos pero en tan solo seis kilómetros y poco, cuando los dos minutos y pico anteriores me han costado quince kilómetros recortarlos. ¿También descorazonador? Puede. Pero ojo a esta reflexión de un corredor cercano a mí: El dolor es pasajero, el tiempo queda para siempre. A eso lo llamo yo motivación. A por el 1h55min se ha dicho, ¡qué la fiesta comience!

 

Aprovecho este último avituallamiento para refrescarme. ¿Dónde carajos está el frío? Ni está ni se le espera, la máquina humana trabaja a tope. ¿Qué viene una anodina calle de camino a la fachada marítima? Pues vale. ¿Y qué me dices de un pequeño puente para cruzar la Ronda Litoral? A estas alturas y con este ritmo diríase es una especie de cronoescalada. El final se acerca y es ahora o nunca. Debo esforzarme a fondo pues, con un último sprint, jamás recuperaré más de unos pocos segundos. Elevo mi nivel de exigencia pero sin pasarme, pues de lo contrario acabaré por tener que ceder y ponerme a caminar, como le sucede a algunos corredores que adelanto con facilidad. Mi solidaridad con ellos es alta por aquello de haber recorrido ya en dos ocasiones este mismo lugar también caminando en las dos maratones únicas maratones que tengo en mi haber. El temido viento del frente marítimo no hace acto de presencia. Tomar la calle Marina cansado y sin aún haber alcanzado el kilómetro veinte puede ser desmotivador. En tal caso, siempre va bien echar mano a eufemismos para engañar a la mente: tan solo queda una curva –me digo. Es lo que le comento a uno que se acaba de parar delante de mí y que, también animado por otro corredor, retoma el trote. Son un kilómetro y pico a tope, pero qué demonios, son dos rectas y sí, tan sólo nos queda una curva. Hay que ir a muerte. ¡pi, piii, piiiiiiii! El kilómetro veinte es nuestro, el pitido de los chips, como el algodón de antaño, no engaña. Mi tiempo, 1:48:52, es cuatro minutos y veintiocho segundos inferior al deseado para batir las dos horas, 1:53:20. Pero eso ya no importa ya. Necesito recuperar otros treinta y dos segundos en exactamente 1,097 kilómetros. Parece complicado. Al diablo con los cálculos –me digo–. Prefiero mirar directamente a mi cronómetro y, una vez tomada la curva y encarada la línea de meta, comparar mi tiempo restante con las distancia visual a la pancarta de meta. Se ve lejísima, son más de seiscientos metros.  Los que corren a mi lado comienzan a corean el oeee, oe oe oeee, oe, oeee. El público también. Tengo la piel de gallina y los pelos de punta. Si he de reventar, así será. Esquivo a los que tengo delante, me abro paso entre la muchedumbre. El 1h55min está asegurado, pero oh, nuevo reto, en la pancarta de meta leo el tiempo oficial actual, 1h59min35s. Es el tercer reto del día, este efímero. Va a durar menos de medio minuto. No creo que haga falta especificar cuál es. Ahora sí que corro fuera de mí, como si mi vida me fuera en ello. 1:59:51, 1:59:52, 1:59:53, 1:59:54, 1:59:55, 1:59:56. Piiiiiiii. Ce fini.

 

Mi júbilo es grande; mi satisfacción también. Incluso he recortado un minuto extra. Mi tiempo real, el que consta en la clasificación, es de 1:54:00, aunque al haber tomado la salida prácticamente seis minutos después del primero, mi tiempo oficial es de 1:59:56. Respecto a la posición real, es la 7529. Mi ritmo promedio ha sido de 5:25 el kilómetro, o lo que es lo mismo, una velocidad de 11,08 km/h, apenas el doble que caminando. Lo he logrado, un reto más ha sido superado. La medalla de finisher que cuelga de mi cuello así lo atestigua. Ya estoy deseando colocarla junto a mis dos de la Maratón de Barcelona en la habitación. Un poco de plátano, varias mandarinas, un Powerade y agua. Es lo que también me dan nada más llegar y que me sirve para recuperarme un poco. El dolor y las molestias van a ser constantes a lo largo del día de hoy. Aún así, aprovecho para irme caminando al dominical Mercado de San Antonio,  de libros usados, para ver si encuentro alguno que me guste. Y sí, adquiero por dos euros el Bueno, me largo, que narra la experiencia de un peregrino alemán en el Camino de Santiago. Ha llegado pues el momento de largarme a casa; de seguir soñando despierto y de proponerme nuevos retos, como por ejemplo la excursión de la próxima semana a Montserrat que estoy planificando. Ojalá no nos falten nunca, ni retos ni objetivos. Además de mantenernos despiertos, diría que son lo que realmente nos mantienen vivos en el sentido más amplio de la palabra.

 

Tiempos según la clasificación oficial de la carrera:

 

Km 5               km 10             km 15             km 20             final (21,097km)        

 

27:36               27:10               27:29               26:39               1:54:00 (real)

                        54:45               1:22:14            1:48:52            1:59:56 (oficial)

4.631               5.804               6.270                 6.324               7.529 (posición final)

 

P.D. Te invito a visitar mi canal de Youtube Feliz Éxito aquí:  www.youtube.com/felizexito




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