Nos acercamos a S. Marti de Queros, antes a la orilla del agua del Embalse de Susqueda -y ahora bastante alejado de ella- para comprobar lo que los medios de comunicación últimamente denuncian: que disminuyen alarmantemente las reservas de agua para el consumo humano. Cerciorarnos para asumir de mejor grado las restricciones y medidas especiales que nos van a aplicar.
Es una sensación contradictoria: El embalse a la altura de Queros casi vacío me provoca preocupación pero también, extrañamente, como ciertos paisajes descarnados de la alta montaña, lo encuentro hermoso. Es como volver al pasado, antes de que las necesidades de garantizar un suministro constante a una población alejada, justificase ahogar un pueblo y alterar su paisaje. Es como si la victoria de la voluntad humana para escribir su destino, fuese temporal y ahora se cuestionase.
Somos muchos y gastamos mucha agua.
No llueve ni nieva lo suficiente en las cabeceras de los ríos y seguimos consumiendo alegremente. Si bien es cierto que el consumo familiar ha disminuido, en realidad lo que ahorramos es el chocolate del loro pues son la agricultura y la ganadería las principales consumidoras de agua y éstas no acaban de cambiar sus sistemas de producción. EL PAÍS
(¡A pesar de eso las campañas de información tienden a culpabilizar a quien malgasta un chorrito de agua!).
Hace muchos años, cuando demonizábamos a la Humanidad por los desafueros que cometía contra la Naturaleza, nuestro profesor de Biología nos contestó impasible, tras sus gafitas redondas, que el Hombre se comportaba como cualquier otro ser vivo, es decir: ocupa tanto espacio como puede y le dejan. Nos ponía como ejemplo a los inocentes conejitos que comerían toda la hierba si los astutos zorros no controlasen su número; y que a su vez éstos esquilmarían a los anteriores si águilas,hombres, lobos y semejantes no los pusieran en la raya del equilibrio.
Hace muchos años ya me pregunté, que si éste era el mecanismo, ¿quién nos pondría en cintura a nosotros...?. Ahora creo que va a ser el propio planeta, con el cambio climático el que nos va a reubicar; ¡Alerta pues!, el agua huida del Ter, antes o despues, nos atacará desde el Mediterraneo.