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Arista NW del Txindoki (AD+, IVº+). Cresteando el Cervino Vasco.

Escalada en cresta  

Zona: Euskal Herria · Aralar   Autor: Suitxi



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Introducción
Ascensión al monte Larrunarri, más conocido como Txindoki (1.345m), en el Goierri guipuzcoano, por su su famosa Arista NW. Vía de escalada (AD+, IVº+).

Descripción Larrunarri o Txindoki (1.345m)

El monte Larrrunarri o Txindoki, nombre éste que proviene de una borda de pastores que se sitúa a los pies de la cumbre, es un lugar sagrado para los vascos. En su cumbre tiene "Mari", la diosa por excelencia del Olimpo Vasco, una de sus residencias. También la tradición cristiana tiene su lugar a los pies de la montaña, en la ermita de Nuestra Señora de los Remedios. Pero esta bella mole no solo evoca fenómenos metafísicos, también es lugar de culto para alpinistas y escaladores, en cuyas rectilíneas formas se han iniciado muchas generaciones de montañeros vascos y navarros.

La mole caliza de Txindoki se alza 1000 m sobre el Santuario de Larraitz, su alfilado pico de caliza y su arista se alzan sobre el entorno verde de los extensos pastizales y bosques de hoja caduca de la Sierra de Aralar, que delimita por el norte. La revista "Pyrenaica" describía así al Txindoki y sus tradiciones en 1927:

"Al norte del Aralar, se yergue majestuoso e imponente, encumbrado y denso, el peñascal de Larrunarri. Otros lo conocen por el más típico nombre de Txindokí y en el Goyerri guipuzcoano lo llaman también Ñañarri, quizá por parecer más delgado y frágil visto por este lado. Pero por donde quiera que se le mire, siempre es imponente y se presenta majestuoso a nuestra vista: parduzco en los días grises, azulado en días de sol. Los tejos, espinos, jarales y demás arbustos desparramados por sus laderas, tienen raíces de sangre entre sus duras rocas. Se alza a 1.430 metros sobre el nivel del mar y aunque esta altitud sólo le permite ocupar el tercer lugar entre sus hermanos, Gambo e Irumugarrieta son más altos que el Larrunarri, es siempre el más majestuoso. Txindoki, visto desde el vallecito de Zaldivia, tiene alguna semejanza con el perfil del Cervino".

La Arista NW, la vía más elegante de ascender a esta montaña, nos ofrece una bella escalada de ambiente alpino muy accesible, con dificultades puntuales de IVº grado y mucho IIIº y IIº. Una iniciación en los terrenos de aventura donde no abundan reuniones ni seguros fijos, a camino entre escalada deportiva y clásica.

Bonita ruta que realizamos en dos cordadas; los vascos Aitor y Xabier, y los navarros Gorka y Javier. Primer proyecto del otoño, impresionante el "Cervino Vasco".




ASCENSIÓN


Desde el amplio aparcamiento sito en el barrio de Larraitz (400m) se toma la vía normal que asciende hacia el S por una pista ancha que poco a poco, según subimos, va estrechándose y haciendo zetas en su recorrido. Después de un empinado ascenso, observamos a la izquierda el inicio de la arista, primero herbosa y luego con afloraciones de roca. Nos desviamos por trazas de senda, superando una valla para ganado. Ascendemos por la inclinada ladera, rodeando por el O la primera estribación rocosa, hasta ganar la base de la arista trepando un poco al final (IIº), donde apreciamos la reunión de salida en la pared. En este punto se convierte en una vía de escalada discontinua, donde siempre se progresa asegurado por una cuerda. La primera dificultad es un diedro (IVº) bastante fácil, pero con las presas muy pulidas, superado el cual continuamos por terreno más fácil pero muy aéreo hasta una brecha donde se encuentra la primera reunión. Seguidamente, se supera una chimenea (IIIº+) y terreno delicado (que no se encuentre equipado y conviene asegurar) hasta alcanzar la segunda reunión al pie de la "placa bonita". Éste es el siguiente punto a superar (IVº), es corto y se encuentra bien protegido, después se progresa por terreno fácil (IIº-IIIº) hasta la tercera reunión. Desde aquí solo queda superar el tramo más complicado, pero menos aéreo, de toda la arista: un diedro con techo y salida acrobática (IVº+) seguido de terreno resbaladizo de tierra y rocas, no muy bien protegido (solo 1 clavo). Una vez superado esto, se acaba la escalada y podemos disfrutar de un camino estrecho pero muy llevadero hasta la cumbre (IIº). El descenso se efectúa por la ruta normal, esto es, la pala SE hasta el Collado de Egurra y después descendiendo el barranco para enlazar con el camino de Larraitz.


Desnivel positivo acumulado: 1.300m

Tiempo: Sol y nubes. Temperatura: Entre 10ºC y 15ºC. Con viento muy frío que hacía descender la sensación térmica a valores cercanos a 0ºC.


DURACIÓN


Larraitz - Base de la Arista NW (50 minutos) - Erlabetzeko Puntie (3h15) - Txindoki (3h45) - Larraitz (5h)


DIFICULTAD

Camino evidente hasta el desvío para remontar las campas previas a la arista, entonces trazas de senda y trepadas fáciles hasta la reunión de salida. Vía de escalada (AD+) semiequipada con dificultades máximas de IVº+ y sostenidas de III. Cresteo hasta la cima con pasos de IIº sostenido. Descenso sin dificultades.


DESCRIPCIÓN:

La famosa Arista NW del Txindoki nos invitaba, de la mano de Aitor, a acercarnos a su afilada ruta en un fresco día de otoño. Por fin íbamos a escalar una vía que, desde aquí lo digo, tenía dudas de que pudiese realizar alguien con tan poca experiencia escalando como es el que escribe estas líneas. Partimos pues desde la cautela y la prudencia, que nunca sobran en la montaña.

A las 10:45 dejamos un precioso día de sol en Pamplona para dirigirnos al barrio de Larraitz, en el municipio guipuzcoano de Abaltzisketa. Abandonamos el coche en el amplio aparcamiento habilitado para los visitantes y, después de seleccionar el material, emprendemos la marcha por una amplia pista que supera, en un primer momento, una barrera para ganado.

Las primeras rampas son suaves y el camino gana altura dibujando generosas zetas que hacen accesible el Txindoki a miles de personas cada año. Éstas facilidades y nuestra ansiedad por llegar al inicio de la escalada hace que llevemos un ritmo muy alegre, casi frenético. Pronto alcanzamos el desvío que nos conduce, a mano izquierda, a las laderas herbosas previas al inicio de la arista, que remontamos con la misma celeridad. Los terruños irregulares, ocultos por la hierba alta que crece sobre ellos, y húmedos por un rocío mañanero que el sol todavía no ha conseguido secar hacen la progresión cuando menos entretenida. A esto se suman las pequeñas trepadas (IIº) de calentamiento, ya por terreno más agreste, previas al inicio de nuestra anhelada escalada.

Ya estamos ante la reunión cero, el punto donde vamos a comenzar una aérea y bella ruta que va a exigirnos precisión y buena cabeza para alcanzar el final. En la base de la pared esperamos a que una cordada, que allí se encontraba, suba delante de nosotros mientras nos ponemos los arneses, los pies de gato y preparamos el resto del material. La espera es tensa, estamos con muchas ganas de subir y por fin lo hacemos, con la "cordada vasca" encabezando la escalada, que para eso son los anfitriones. La lentitud en las maniobras de la cordada precedente nos ralentiza en nuestra progresión y nos vemos abocados a esperar, estando a merced de un viento muy frío que empieza a levantarse y que acabaría haciéndonos temblar de la manera más inmisericorde durante buena parte de nuestra escalada, sobre todo asegurando al compañero.

Después de un buen rato la "cordada navarra" se lanza a la ascensión, encadenando largos con gran soltura, siempre siguiendo los pasos de Aitor y Xabier. La escalada del primer diedro (IVº) resulta muy fácil, además de estar bien protegido. La siguiente dificultad reseñable es la bajada hasta la primera reunión, antes de la cual hay que destrepar por un sitio delicado, con vacío a los lados. Después de esto, una chimenea muy aérea (IIIº+), pero bien protegida (la reunión esta muy cerca) que nos conduce a terreno delicado donde nos hay seguros, por lo que conviene poner alguna cinta o fisurero en el trayecto. La siguiente reunión está al pie de la "placa bonita", una placa lisa y muy vertical con agarres buenos pero pequeños (IIIº+). Una vez alcanzada la tercera reunión solo nos queda superar el diedro final (IVº+) que se ve desde ella, la parte más difícil del recorrido puesto que tiene un techito y hay que superar con un paso acrobático hacia la izquierda. Tras esto, solo nos queda salvar un largo trecho de terreno resbaladizo (IIº+) donde la roca húmeda y la hierba alta complican nuestra progresión, estando el tramo solo protegido por un oxidado clavo con argolla. Una vez aquí se acaban las dificultades y recogemos nuestro material. Los vascos nos estaban esperando, ya cambiados.

El camino que resta hasta la cima del Txindoki es muy disfrutón, ya no hay tanto patio a los lados y las dificultades disminuyen drásticamente, al tiempo que el desnivel a superar es insignificante. En pocos minutos llegamos a la Erlabetzeko Puntie (1.312m), mausoleo a una montañera desaparecida en esta montaña años atrás, donde una cruz y una placa reclaman su memoria. Siguiendo la trazas de senda llegamos a la cruz y buzón, todo bastante destartalado, de la cima del Txindoki (1.345m), donde nos detenemos entre las nubes a comer nuestros bocadillos y a hidratarnos. Ahora ya hemos llegado, estamos los cuatro muy contentos y no paramos de hablar de la arista, en la que hemos disfrutado mucho y también hemos pasado mucho frío. Nos queda el descenso por la vía normal, que da más pereza que otra cosa.

El camino de descenso transcurre por la ladera SE de la montaña, la que da a Navarra, y consiste en un camino ancho que se multiplica en muchos ramales que se separan y se juntan. El deterioro de la vía es evidente y por ello, sin mucho acierto me temo, los responsables del mantenimiento de la misma han optado por poner pequeñas barreras para "guiar" el camino. No creo que sea efectivo y el trabajo para instalarlas ha debido de ser ingente. Descendiendo con cuidado alcanzamos el Collado de Egurra, desde el cual hacemos un recto y bajamos por el empinado barranco campo a través, hasta retomar el camino que desciende hacia Larraitz.

Observamos mientras bajamos el estético perfil de la arista que hemos descubierto hoy, con la satisfacción de haberla superado y la fascinación que, a pesar de ello, sigue despertando en nosotros sus paredes. Atardece en el Goierri y la silueta del Cervino Vasco desaparece bajo los últimos rayos del sol despidiéndose de nosotros hasta una próxima ocasión. Descendemos hasta el aparcamiento, casi vacío y lanzamos una última mirada hacia una montaña que tiene bien merecida su fama.


Salud y Montaña
 

 
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